La respuesta es clara: No, la ayuda humanitaria, por su definición y los principios que la rigen, no deberÃa ser negociable. Pero esta no es la realidad que estamos viviendo hoy en dÃa. Un ejemplo claro y sobre el que la comunidad internacional es consciente de las dificultades que las organizaciones humanitarias están teniendo para hacer su trabajo es Siria. Aquà lo humanitario ha quedado en un segundo o tercer plano, justo después de los juegos geopolÃticos y la guerra internacional contra el terrorismo. El resultado, más de 4 años de conflicto, casi 4 millones de refugiados y más de 200.000 vÃctimas, la mayorÃa civiles.
La impotencia que sufren las organizaciones humanitarias al ser testigos de primera fila de la vergonzosa actuación y posicionamiento de los organismos internacional solo es comparable a la de los propios Sirios, los que más están sufriendo y de los que ahora solo se habla cuando un barco lleno de refugiados se hunde en el Mediterráneo. El Estado Islámico, la eterna batalla entre ChiÃtas y Sunitas, Al-Assad, la ONU, Rusia, Irán, Estados Unidos,…han desviado la atención de la tragedia humanitaria que está sufriendo la población Siria. Y lo peor es que ninguno de ellos ha realizado el más mÃnimo esfuerzo para facilitar la labor de las organizaciones que están en el terreno. El respeto por el trabajo humanitario, al igual que las vÃctimas del conflicto, ha quedado en el olvido.
Analistas, revistas especializadas y activistas de derechos humanos han venido haciendo predicciones desde los primeros momentos del conflicto en 2011. La realidad es que nadie ha sabido ver lo iba a ocurrir y, a pesar de los esfuerzos realizados, por desgracia, el futuro de este conflicto sigue siendo incierto hoy más que nunca.