Cuando no se tiene nada

Durante dos días estuve recorriendo 12 comunidades indígenas del departamento de Retalhuleu, en la costa del Pacífico de Guatemala. La realidad que he visto tiene poco que ver con lo que se podría imaginar, porque cuando no se tiene nada no vale lamentarse, en estas situaciones lo único que importa es conseguir comida y agua para todos los miembros de la comunidad, sobrevivir.

Cuando uno de los dirigentes de un comunidad nos contaba que no tenían prácticamente ni para comer y veíamos las viviendas y una escuela en un estado muy precario, empezaba a pensar en las ganas que tienen de luchar por salir adelante. Pero aquí se da hasta lo que no se tiene. Como ejemplo os contaré que cuando nos íbamos para seguir nuestra ruta hacia otra de las comunidades nos ofrecieron comer en la comunidad, a lo que no pudimos decir que no (por educación y respeto), pero creedme que no faltaban razones para negarse a comer allí y no por razones superfluas. Solamente comimos los que íbamos haciendo la visita. Nos prepararon una mesa con comida (pollo y arroz) y bebida (refrescos de cola) y ancianos, mujeres, hombres y niños se sentaron a mirar cómo unos desconocidos estaban comiendo algo que a ellos les había costado tanto esfuerzo conseguir (fue la comida más embarazosa de mi vida). Cuando no se tiene nada solamente existe generosidad, lo poco que se tiene se comparte o se da.

Buscar una reflexión sobre estos dos días de visitas me va a llevar bastante tiempo, la asimilación de ciertas cosas y tratar de entender su situación solamente creo que es posible manteniendo un contacto con las comunidades para que ellos mismos sean los que nos orienten para la posible solución de los grandes problemas que están afrontando.

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